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LIMPIADORES CON LEJÍA. Reglamentación Técnico-Sanitaria de Lejías

La lejía es un potente biocida, que pertenece a la familia de los desinfectantes, recomendado para la higiene preventiva en el ámbito industrial, así como los lugares de restauración, médicos y, en definitiva, todo aquel donde se requiera las máximas condiciones higiénicas. Se conoce como desinfectante universal y está compuesto por una solución acuosa alcalina de hipoclorito de sodio (NaClO) con un mínimo de cloro activo no inferior a 35 gramos por litro ni superior a 100 gramos por litro. Ofrece un completo espectro desinfectante (bactericida, virucida, fungicida y esporicida) y posee propiedades quitamanchas, blanqueadoras y desodorantes muy apreciadas para el mantenimiento de superficies lavables, incluidos algunos textiles.

En el mercado existen multitud de productos que incluyen lejía entre sus componentes en una concentración menor y saber utilizar el adecuado en cada caso es algo fundamental.

El Real Decreto 3360/1983, de 30 de noviembre aprobó la Reglamentación Técnico-Sanitaria de Lejías, en la que se establecían las normas de fabricación, comercialización y la ordenación técnico-sanitaria de estos productos. Modificado años más tarde por el Real Decreto 349/1993, de 5 de marzo es, hasta la fecha, la legislación más actual que rige los criterios por los que clasificar los distintos tipos de lejías existentes en el mercado.

En función de su contenido en cloro activo, las lejías se clasifican en:

  1.  Lejía: Es aquella cuyo contenido en cloro activo no es inferior a 35 gramos por litro ni superior a 60 gramos por litro y tiene una alcalinidad total máxima, expresada en óxido de sodio (ONa2), del 0,9 por 100 en peso.
  2.  Lejía concentrada: Es aquella cuyo contenido en cloro activo no es inferior a 60 gramos por litro ni superior a 100 gramos por litro y tiene una alcalinidad total máxima, expresada en óxido de sodio (ONa2), del 1,8 por 100 en peso.

Además de su uso generalizado y primario como desinfectante de superficies, conoceréis además dos usos extendidos de algunas lejías como son la “desinfección del agua de bebida” o el uso como desinfectante en la industria alimentaria, tanto para superficies como, en algunos casos, la desinfección de alimentos. Ambas, están también recogidas en esta legislación.

Algunos productos a base de lejías pueden ser aptos para la desinfección del agua de bebida y utilizada en procesos de potabilización y tratamiento de aguas en industria alimentaria (incluidos riegos, fabricación de piensos y muchos otros usos). Los artículos 5 y 6 del Real Decreto 349/1993, de 5 de marzo indican que para que en una lejía pueda figurar la etiqueta «apta para la desinfección del agua de bebida» se deberán cumplir, entre otros, los requisitos siguientes:

👉 Su concentración en cloro activo no será inferior a 35 gramos por litro ni superior a 60 gramos por litro y deberá tener una alcalinidad total máxima, expresada en óxido de sodio (ONa2), del 0,9 por 100 en peso.

👉 El fabricante indicará en la etiqueta las instrucciones de uso oportunas para que el consumidor obtengan una concentración de 3 miligramos de cloro activo por litro (tres partes por millón de cloro) en el agua a tratar.

👉 El hipoclorito y los aditivos, en su caso, utilizados para su fabricación deberán estar autorizados para el uso en el tratamiento de agua potable de consumo público.

👉 El material de los envases y sus cierres deberán estar autorizados para el uso alimentario.

👉 Los fabricantes, envasadores e importadores de lejías fabricadas para uso como desinfectantes en la industria de la alimentación, así como aquellas que incluyan la denominación de «apta para la desinfección del agua de bebida», cumplirán lo exigido en el Real Decreto 1712/1991, de 29 de noviembre, sobre Registro General Sanitario de Alimentos.

En el catálogo de Rogemar nuestros clientes encuentran diferentes productos a base de Lejía y que engloban todas las posibilidades de uso. Te contamos algunos de ellos:

DETERLEJIA.

Lejía con detergente perfumada para la limpieza y desinfección de superficies. Apta para uso en industria alimentaria para superficies en contacto con los alimentos y piensos. Su fórmula con detergente elimina la grasa a la vez que desinfecta. Es ideal para la limpieza de baños, duchas, lavabos, residuos de grasas y manchas y para la desinfección de superficies en contacto con los alimentos y piensos, aplicando directamente y aclarando después. También para suelos que se puedan tratar con lejía, diluyendo 1,5 gramos por litro de agua y aclarando al terminar. Sin embargo, Deterlejía no  está indicado para su uso en lavadora.

DETERLEJÍA

CLOROLIT ROGEMAR LEJÍA.

CLOROLIT

Es un limpiador a base de lejía con detergente concentrado aromático (con característico olor a pino), formulado para la limpieza de superficies y apto también para uso en industria alimentaria, pero no para la desinfección de agua de bebida. Su formulación es muy similar a la de Deterlejía, pero si acción concentrada lo convierte en un limpiador desinfectante aún más poderoso.

LEJIMAR.

Es un desinfectante líquido de amplio espectro, cuya formulación a base de Hipoclorito sódico < 5% cloro activo (40 g/l a la salida de fábrica) es apto su uso alimentario en la desinfección de aguas de consumo en plantas potabilizadoras o industria alimentaria y uso doméstico (por ejemplo, en depósitos de almacenamiento de agua, baños de lavado de biberones, tetinas, chupetes, vajillas y otros utensilios).

LEJIMAR

LEJÍA LAVADORA.

Al contrario que Deterlejía o Clorolit, este es nuestro producto específico para lavanderías. No deteriora las máquinas y la concentración de lejía la hace apta para el tratamiento de textiles (siempre y cuando éstos se puedan tratar con lejías, según las etiquetas de la prenda).

Además de lejía contamos con muchos otros productos desinfectantes de gran poder energético, ya sea para la industria textil, como por ejemplo PEROX, un aditivo a base de Oxígeno activo, sustituto de la lejía y apto para el prelavado de ropa y que no ataca a las prendas de Color.

Estos son solo algunos de los productos de hipoclorito sódico que fabricamos en ROGEMAR. Pero hay muchos más. Si queréis conocer todo nuestro catálogo de desinfectantes (ya sean a base de lejías o no), desinfectantes y productos para tratamiento de aguas (incluida nuestra linea de productos de piscina y Spas), artículos de lavandería, limpieza de cocinas y mucho más, no lo dudes y escríbenos!

¿EXISTE UN DESINFECTANTE PERFECTO PARA CUALQUIER CIRCUNSTANCIA?

La respuesta, aunque es compleja, seguramente sea que no. Pero, para entender esto hay que entender previamente los requisitos que hacen que un desinfectante actúe con mayor o menor eficacia sobre las superficies a desinfectar. Así que hoy os vamos a hablar sobre ello.

💥  Para que un desinfectante sea efectivo se deben cumplir una serie de condiciones ideales, tanto de la composición del propio producto, como de uso y ambientales. La cuestión es que muy difícilmente se dan a la vez todas ellas en el mismo momento, por lo que la elección de uno u otro desinfectante se deberá basar en la búsqueda de un equilibrio entre la actividad antimicrobiana del desinfectante, las condiciones externas y la seguridad para los usuarios y el medio ambiente.

En cualquier caso, para la elección de un desinfectante se deben considerar dos factores fundamentales:

✔️      La concentración mínima efectiva. Es decir, la concentración mínima necesaria con la que se consigue su efecto germicida para nuestras necesidades, en concreto.

✔️      El fenómeno de extensión de la acción desinfectante post exposición. Es decir, su capacidad de inhibición del crecimiento de los microorganismos después de haber terminado su aplicación directa sobre ellos.

¿Qué factores son los que más afectan a la eficacia de los desinfectantes?

Sin duda, valorar un desinfectante según 👉 su bajo o amplio espectro antimicrobiano (en función de su composición) y 👉  su velocidad de acción será clave a la hora de decidirnos por el desinfectante adecuado.

Según la EPA (Agencia de Protección Ambiental) un desinfectante es aquel que puede reducir las bacterias y microorganismos, en una superficie, en al menos un 99,9 por ciento. Una solución simple de agua y lejía, por ejemplo, puede ser un desinfectante válido para determinados patógenos, dependiendo de la concentración de lejía en la solución.

El hipoclorito de sodio (NaClO), que es el ingrediente básico de la lejía doméstica, es un desinfectante potente y ampliamente utilizado, eficaz incluso contra las cepas microbianas más resistentes y la Organización Mundial de la Salud lo recomienda como desinfectante para la prevención de riesgos específicos, incluidas las enfermedades derivadas de virus, así como para la desinfección de estancias hospitalarias. Y es el componente principal de algunos de nuestros desinfectantes, como LEJIMAR, DETERLEJÍA o CLOROLIT.

Las soluciones de alcohol, con un contenido de al menos un 70 % de alcohol, también son desinfectantes. Es el caso de BIOMAR SUPERFICIES, que contiene entre un 72% y un 78% de Etanol, muy utilizado en la Industria alimentaria para combatir bacterias (como Escherichia coli, Staphylococcus aureus, Enterococcus hirae, Salmonella typhimorium, Listeria monocytogenes, Pseudomonas aeruginosa,…)  y virus (Poliovirus, Rotavirus, Adenovirus y Norovirus murino y virus con envoltura:  Coronavirus, VIH, Herpesviridae, Hepatitis B, C y D, Sarampión, Rubéola, etc.)

En relación a la rapidez de acción, generalmente se tiende a hablar de tres factores que influyen directamente en la velocidad con que tienen lugar las reacciones químicas que dan como resultado la desinfección. Estos son:

1️⃣ –       Concentración de las sustancias que reaccionan, es decir, la concentración de desinfectante y la cantidad de bacterias presentes. Además, la concentración depende a su vez, de otros dos factores:

la presencia de agua, que hace posibles la coagulación por calor y la ionización de sales bactericidas, actuando como disolvente y medio de arrastre de la suciedad despegada de la superficie por la acción del desinfectante.

Y la presencia de materia orgánica extraña. Algunos desinfectantes actúan combinándose con proteínas celulares. Si está presente en materia orgánica extraña, ésta también reaccionará con el desinfectante, reduciendo por tanto la eficacia del proceso de desinfección

2️⃣ –       Temperatura. Cuanto más alta sea la temperatura, mayos es el índice de destrucción microbiana. Es decir, un aumento de la temperatura aumenta también la velocidad de destrucción. Sin embargo, en muchas ocasiones los desinfectantes son menos estables a altas temperaturas.

3️⃣ –       PH. Variaciones de pH por encima o por debajo de un pH neutro (es decir pH con valor a 7) también afecta a la velocidad de desinfección, acelerando el proceso.

Pero, además, hay dos factores fundamentales que nunca se nos deben olvidar y que influyen el uno sobre el otro: La naturaleza y el tipo de microorganismo a destruir y el tiempo de exposición necesario del desinfectante para hacerlo.

Así pues, en muchas ocasiones, un desinfectante puede actuar contra un determinado patógeno en cuestión de pocos segundos, mientras que necesita un tiempo de exposición más largo para otro patógeno diferente. Por ejemplo, las paredes celulares de las esporas bacterianas son más gruesas que las de las células vegetativas, lo que las hacen mucho más resistentes al calor y a los desinfectantes químicos, siendo necesario un mayor tiempo de exposición al desinfectante.

Otros factores de decisión a la hora de elegir un desinfectante

Pese a que los anteriores son, sin duda, los más importantes factores de decisión en cuanto al poder desinfectante de un producto, a continuación os damos un listado de algunos otros que siempre viene bien tener en cuenta. Los desinfectantes más aconsejados son aquellos que:

▪️          No sean inactivados por sustancias orgánicas y sean compatibles con jabones, limpiadores y otros productos químicos.

▪️          Cuenten con la aprobación de las autoridades sanitarias.

▪️          No sean tóxicos para los usuarios.

▪️          Sean compatible con objetos y superficies, respetando las características de las superficies (no oxiden herramientas y superficies metálicas, no dañen o decoloren plásticos, gomas, etc.).

▪️          Sean respetuosos con el medio ambiente.

▪️          Sean fáciles de usar y tengan etiquetas con instrucciones claras.

▪️          Sean solubles en agua.

▪️          Generen una película protectora antimicrobiana en la superficie tras su aplicación.

▪️          Sean inoloros o con olores agradables.

▪️          Sean económicos.

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